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9 dic 2011

La Casa Real y una crisis de comunicación muy mal gestionada

Palos de ciego. Así se puede definir la política de comunicación que se está llevando a cabo en estos últimos meses por parte del Palacio de la Zarzuela, en relación al caso en el que está acusado (aún no imputado), por captación de fondos públicos, fraude, malversación y falsedad documental, Iñaki Urdangarín, marido de una de las infantas y actual yerno de los Reyes de España.

Recordemos que según publicaron diversos medios de comunicación La Casa Real Española estudiaba "limitar los miembros de la Familia Real a los Reyes, los Príncipes de Asturias y las hijas de éstos, las infantas Leonor y Sofía, por ser los únicos que viven solo del presupuesto que el Estado destina a la Corona, y ocupan los primeros puestos en el orden de sucesión al trono", desvinculando así la imagen de La Corona al delito cometido por uno de sus miembros.

Ayer se pronunció el Palacio de la Zarzuela con un comunicado oficial a este respecto rectificando estas filtraciones a la prensa, y en el que reconocía, entre otros puntos, que "La composición de la Familia Real española viene definida en el Real Decreto 2917/1981, de 27 de noviembre, por el que se establece el Registro Civil de la Familia Real". En este sentido, su artículo primero establece que se inscribirán en este registro "los nacimientos, matrimonios y defunciones, así como cualquier otro hecho o acto inscribible con arreglo a la legislación sobre Registro Civil que afecten al Rey de España, su Augusta Consorte, sus ascendentes de primer grado, sus descendientes y al Príncipe heredero de la Corona". Por tanto, y tras una breve autocrítica, aclaraban que "La Unidad de Relaciones con los Medios de Comunicación lamenta profundamente haber contribuido a que algunos medios hayan recogido de forma equívoca o errónea este tema". De esta forma Zarzuela matiza que no es intención del Rey sacar de este registro a la Infanta Elena y los duques de Palma. Lo que sí ha puesto en marcha desde hace tiempo es un plan de disminución progresiva de las actividades de las Infantas, toda vez que las figuras de ambas pierden relevancia con la Familia del Príncipe ya consolidada. Y casualmente coincidiendo con la imputación del duque de Palma.

Urdangarín es acusado, que no imputado
El Duque de Palma, Iñaki Urdangarín, según se hace eco el periodista José Oneto, es imputado formalmente no solamente de posibles delitos de tráfico de influencias, malversación de caudales públicos, falsedad documental y fraude a la administración, sino, también, por haber contribuido al montaje de todo un aparato de facturas falsas para defraudar a la Hacienda publica, al tiempo que se enviaba parte de los ingresos que entraban en el Instituto Noos, a paraísos fiscales como Belice o Luxemburgo, vía Londres. Pero todo queda en acusaciones formales. Mientras tanto el duque de Palma ha dicho que defenderá su "honorabilidad e inocencia" en relación con su gestión al frente del Instituto Nóos. En una nota enviada a la agencia EFE en Washington, el esposo de la Infanta Cristina asegura que cuando conozca los pormenores de las diligencias judiciales se pronunciará. Y aún no lo ha hecho.

La situación se complica con ¡Hola!
Por su parte, y para complicar aún más la situación y seguir el caso con total actualidad, esta semana sale en portada de la revista ¡Hola! la propia Reina junto a Urdangarín en su domicilio de Washington. El hecho no tendría mayor trascendencia si se tratara de una familia cualquiera, pero se trata de una institución-empresa cuya imagen se tambalea en estos días. Y este tipo de fotografías no les conviene en absoluto para la reputación corporativa de la Corona.

Aclarando conceptos
El profesor José Luis Piñuel establece que Crisis significa un cambio repentino entre dos situaciones que amenaza la imagen y el equilibrio natural de una organización porque entre la situación anterior y la situación posterior a la crisis se produce un acontecimiento súbito (inesperado o extraordinario) frente al que hay que reaccionar comprometiendo la imagen y el equilibrio interno y externo de la organización ante sus públicos.

Por tanto, somos conscientes de que la crisis es una situación compleja y decisiva que se debe solventar y estudiar cuidadosamente para salvaguardar la supervivencia de una organización o institución y tratar de no llegar a comprometer su imagen y su credibilidad.

La crisis de reputación de Zarzuela
Ahora bien, y en relación con la crisis vivida por la Casa Real ¿es una crisis evitable, es decir, se podría ahorrar mediante una actuación eficaz y a tiempo? En este sentido la situación de crisis como tal se daría, pero sin aplicar la política de silencio que está llevando la propia Zarzuela que, además, no se ha previsto cómo actuar. Tal y como señala el profesor Piñuel "una gestión racional de las crisis pasa primero por la previsión. Identificar las áreas más débiles, precaverse contra los riesgos, prever las respuestas a aportar, poner en marcha dispositivos de alerta, constituyen el plan preventivo en el que toda organización tiene que pensar".   

Por otro lado, la actitud empleada ha sido el silencio, pues se ha decidido no reaccionar respondiendo a las acusaciones, o de hablar de ello lo menos posible. Y cuando lo ha hecho, ha sido erróneamente (quizás por falta de planificación). No siempre el silencio está mal visto, pero sí en este caso, en el que la crisis se puede catalogar de MUY GRAVE, ya que puede ser interpretado como una huida, o puede inducir a ser cómplice de la culpabilidad (y mucho más con la aparición de la Reina junto a Urdangarín), con lo que la imagen de la empresa resulta entonces fuertemente dañada. Además, a falta de declaraciones oficiales de la empresa, los periodistas buscan otras informaciones e incluso hacen interpretaciones que, en todo caso, pueden o no coincidir con la realidad, pero que influye en la percepción de los españoles, clientes últimos de la Corona.

Por tanto, la gestión de la crisis de reputación por parte de la Casa Real está siendo nefasta. Y tal y como apunta Oneto, la Zarzuela debería tener ya preparada una respuesta a esa embarazosa situación al margen de la versión oficial de que la justicia tiene que seguir su curso sin ningún tipo de privilegio y que Urdangarin tiene que responder ante la Justicia como un ciudadano más. Lo exige la situación económica crítica del país y, sobre todo, el honor de la Corona, que en ningún momento puede ser puesto en duda por un asunto tan delicado como este que inunda las paginas de los periódicos y los principales espacios de la televisión.

O Zarzuela cambia de estrategia, o la crisis irá a peor.

19 nov 2011

El caso de LA NORIA: la mala gestión de una crisis anunciada

Hoy es posible que sea el último día del programa La Noria, en Telecinco. O, al menos, su futuro es incierto, según se publica en este artículo: Tras la confirmación de la retirada de los últimos anunciantes que le quedaban, 'La Noria' se enfrenta a un futuro incierto. Está confirmado que hoy sábado el programa será emitido, pero nadie asegura su continuidad. De hecho hoy se emite el primer programa sin publicidad... Será como ver TVE pero en una cadena privada.

A partir de este tema de tanta actualidad, me gustaría tratar la cuestión de la reputación, sobre todo la reputación online y la reputación corporativa, en relación al caso de La Noria. Remontémonos en el tiempo...

Como sabemos, la iniciativa de la campaña de desprestigio al programa de Telecinco que todos conocemos la empezó el periodista Pablo Herreros. Tal y como podemos leer en un artículo dePeriodista Digital Herreros fue el primero en hacer una llamada de atención a las marcas que publicitaban el espacio televisivo en el que intervendría la madre del "Cuco", imputado por el asesinato de Marta del Castillo, y a la que supuestamente se le pagó 10.000 euros por su participación. Ante ello el periodista "decidió redactar una petición dirigida a las compañías que se anunciaron durante el programa, en donde les exigía que pidieran perdón por haber financiado involuntariamente un contenido televisivo tan inmoral". Y la respuesta no se hizo de esperar. Las marcas han ido dejando de anunciarse progresivamente. De esta forma Telecinco lleva planteándose varias semanas cancelar el programa tras la fuga de anunciantes, pues las marcas no quieren verse relacionadas con la imagen del magazine que presenta Jordi González, con la consecuente pérdida de ingresos publicitarios.

Y en ello, interviene el concepto reputación. La RAE define reputación, en su segunda acepción, como "prestigio o estima en que son tenidos alguien o algo". Tengamos en cuenta que este prestigio se conforma y se "fabrica" cuando las personas conversan y aportan sus opiniones, y los Social Media han contribuido (y mucho) a que esta concepción ya sea 2.0.

Norberto Minguez, profesor titular de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la UCM, señala en un artículo que la reputación de una organización (en este caso La Noria) "surge de la comparación en la mente del individuo de la imagen de una empresa, es decir, de las características que atribuye a dicha empresa basándose en su experiencia y conocimiento, con lo que él considera que deben ser los valores y comportamientos ideales para ese tipo de empresa. La reputación no es, pues, la imagen de una organización, sino un juicio o valoración que se efectúa sobre dicha imagen. Por tanto, si hay mala imagen del programa, los anunciantes que lo financian consideran que su reputación corporativa puede verse dañada por la unión de conceptos (programa-anunciante).

Por tanto, en relación con la reputación corporativa (sobre todo la de las marcas que dejan de anunciarse) Juan Cardona, especialista en este área y ejecutivo de Corporate Excellence, afirma que la reputación es un bien muy valioso para las empresas, ya que con él se puede alcanzar la anhelada recomendación del público.

Y es eso precisamente lo que ha ocurrido en Twitter, donde se ha desencadenado una ola de críticas hacia la postura, calificada de inmoral, del programa de pagar a la madre de un criminal y que ha afectado directamente a la valoración del espectador (a través del usuario online) con respecto al programa. Y es en esta crisis de reputación del programa, en la que la reputación corporativa de las marcas querían desligarse totalmente.

Por tanto, hay dos elementos imprescindibles en esta situación dada: la presión de los Social Media (de desprestigio al programa) y la estrategia de responsabilidad corporativa que llevan adelante las marcas (aprovechando la coyuntura), para no dañar su reputación corporativa.

Pero vayamos más allá: ¿realmente el espectador asociaría el "juego sucio" de La Noria a los productos que ésta anuncia? Para mí no. ¿Es posible que no sea más que una estrategia gratuita de limpieza de imagen de las propias marcas? Evidentemente sí. En cualquier caso, el tema es otro. ¿Cómo ha gestionado La Noria esta crisis de reputación? ¿En qué ha fallado?

Hay dos premisas claves que no han tenido bien en cuenta:

1. La cadena, el programa y/o su productora no han sabido sabido atender el ruido ocasionado en las Redes Sociales. Se les avisó de que la entrevista estaba mal vista y aún así, siguieron con su emisión.
2. El presentador, Jordi González, con una total carencia de humildad, se atrevió a dar la espalda a los anunciantes, que son los que le pagan su sueldo y esgrimió demagógicamente el concepto de democracia. Además culpó a compañeros del gremio de hacer lo mismo de una manera muy torpe y me atrevería a decir que mezquina.

Ahora la misión de la cadena, en todo caso, y si no quiere que este hecho se suceda de nuevo, es la de ejecutar una auténtica estrategia en Social Media y escuchar. Se ha probado que ya no vale tener altos niveles de audiencia. Ahora hay que reflexionar aún más sobre los contenidos y, además, ESCUCHAR, un modelo comunicativo al que no se ha adherido aún la cadena. Hasta hoy.